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Asima pide al Ayuntamiento soluciones a la falta de aparcamientos en el Polígono de Son Castelló

La Asociación de Industriales de Mallorca (Asima) se ha reunido este lunes con el regidor de Movilidad del Ayuntamiento de Palma, Joan Ferrer, para mostrar su “preocupación” por la falta de aparcamientos en el polígono empresarial de Son Castelló.

El director de Asima, Alejandro Sáenz de San Pedro, ha recordado que en este polígono hay ubicadas más de 1.000 empresas y ha explicado al regidor el “malestar” entre los empresarios de esta zona “que ven como se complica el aparcamiento para sus trabajadores, la llegada de clientes al polígono u otros casos como la logística de reparto de suministro”.

“Es importante que este tema se pueda atajar con la máxima celeridad, y así se lo hemos hecho llegar al regidor”, ha explicado el director, que también ha lamentado la supresión de numerosas plazas en un solar público de Gran Vía.

En este sentido, Sáenz ha pedido mejorar las líneas de transporte público -autobús y metro- que unen diferentes puntos de Palma con Son Castelló, que considera “manifiestamente mejorables”, tanto por las zonas que abarcan como por las diferentes paradas.

Ante esto, Asima ha vuelto a proponer un bus lanzadera desde Plaza de España que conecte “con el aparcamiento disuasorio que de Son Fuster, donde se pueden usar hasta 900 plazas y está siempre vacío”. Desde allí el bus recorrería el Camí Vell de Bunyola, Gran Vía Asima, bajaría por 16 de Julio y volvería hacia Plaza de España. Según el director de Asima, iniciativas similares “funcionan en otros Polígonos de España y están funcionando muy bien”.

Esta medida, según Asima, se debería complementar con otras como el condicionamiento de una serie de solares cercanos como aparcamientos. La Asociación empresarial ya ha pedido cita con los regidores municipales responsables de Transporte y de Policía y además está buscando diferentes solares que puedan ser habilitados como aparcamientos.

EUROPA PRESS

Asima pide a la Policía que retire los coches abandonados de los polígonos de Son Castelló y Can Valero

La Asociación de Industriales de Mallorca (Asima) ha pedido a la Policía Local de Palma que retire los “numerosos vehículos abandonados” y ha avisado de que el ‘botellón’ es una práctica común en los polígonos empresariales de Son Castelló y Can Valero.

El director de Asima, Alejandro Sáenz de San Pedro, ha mantenido una reunión con el jefe de la Policía Local de Palma, Josep Palouzié, para trasladarle la “preocupación” entre los empresarios asociados a Asima, por la existencia de estos vehículos y los perjuicios que “está causando la celebración del botellón en las calles de los polígonos”.

Desde Asima se ha realizado un “breve” recorrido por las calles de las principales áreas empresariales de Mallorca, donde se ubican más de 1.500 empresas, y ha podido detectar casi una docena de coches abandonados.

Ante esta situación, San Pedro ha pedido al Ayuntamiento de Palma que “retire en la mayor brevedad estos vehículos ya que se convierten con el paso del tiempo en auténticos vertederos de hierros, porque los van despiezando poco a poco”.

Asimismo, ha reclamado mayor vigilancia para evitar los daños producidos por el botellón en las empresas ubicadas en las calles donde los jóvenes acuden con frecuencia.

“Es importante que se preste mayor atención a las calles de los principales polígonos empresariales, donde acuden a diario más de 20.000 trabajadores y producen más del 20 por ciento del PIB balear”, ha dicho.

MULTAS POR APARCAMIENTO

Por otro lado, también ha trasladado al jefe de la Policía Local las quejas de empresarios y trabajadores que han visto como en los últimos meses se han incrementado las multas por problemas de aparcamientos.

“La falta de estacionamiento preocupa y mucho a los empresarios de la zona que ven como se complica el aparcamiento para sus trabajadores, la llegada de clientes al polígono o otros casos como la logística de reparto de suministros”, ha señalado.

EUROPA PRESS

Margarita Dahlberg “Una empresa es un equipo”

Kjell Dahlberg era un capitán sueco de yate que, en 1958, debía llevar un velero de Estocolmo a San Remo. En ese trayecto, la embarcación se averió y tuvo que detenerse en Palma para ser reparada. No era una cosa menor, y Dahlberg tuvo que permanecer en la Isla durante un año. En ese período, conoció a una mallorquina, Rosa Coll, a la que se llevaría a su país de origen y a la que convertiría en su esposa. La pareja estuvo un año en tierras suecas, pero decidieron que su futuro juntos tendría mejores expectativas en Mallorca, con lo cual regresaron a la Isla, ya para quedarse, crear su propia empresa y su propia familia.

De esta manera, y casi a la par, en 1961 nacía la primogénita, Margarita, y una compañía pionera en la reparación y mantenimiento de yates en Mallorca. Por la dificultad en la pronunciación de su nombre, muchos clientes y amigos llamaban a Kjell, Miguel “El Sueco”.

En 1966, la familia aumentó con el nacimiento de la segunda hija, Rosa. También iban en aumento los encargos a la empresa, en la que ambas hermanas habrían de involucrarse años después. Sea como fuere, la pequeña Margarita mostró desde un principio inquietud y pasión por el mundo de los barcos. Ya los pisaba cuando aún usaba chupete. Le gustaba arreglar cosas, desmontarlas y volverlas a montar, con especial habilidad para ello.

Su padre, muy enfocado en la mecánica de los barcos, le aconsejó que estudiara electrónica, porque ahí veía un futuro claro. Así, haciendo caso a su progenitor, Margarita cursó su solicitud para estudiar esa rama de Formación Profesional en el colegio San José Obrero. En primera instancia se la denegaron por ser mujer y porque – le dijeron – “no iba a encontrar trabajo”, pero ella (haciendo frente a la adversidad, como anticipo de lo que sería su vida profesional en años venideros) logró cambiar esa decisión en base a dos argumentos: por un lado, porque sí tendría trabajo, en la propia empresa familiar, y, por otro, porque cumplía con el requisito de contar con buenas notas en matemáticas y física.

Su padre la ayudó, pero quien tuvo que argumentar para salirse con la suya en ese episodio fue la propia Margarita. “Recuerdo que mi padre siempre aplicaba la misma filosofía conmigo: ‘¿Para qué te voy a dar el pescado?; el día que yo no esté no sabrás como pescarlo. Entonces, será mejor que te enseñe qué caña y que cebo puedes usar, y así podrás conseguir el pescado por ti misma”.

Así, Margarita pudo formarse en electrónica por espacio de cinco años (de 1974 a 1979). No fue una etapa fácil, puesto que tuvo que hacer ver a compañeros (todos chicos) y a profesores que ella estaba ahí no para pasar el rato ni como un divertimento, sino para aprender y obtener el título. “Los estudios eran muy complejos. La Formación Profesional en esos tiempos estaba muy bien estructurada, y salíamos con una formación global muy aceptable. Tristemente, en los últimos años la FP se ha ido desprestigiando”. Además de la parte académica, Margarita Dahlberg aprendió (y así lo subraya ella) cómo manejarse en las relaciones humanas. Esos conocimientos no los obtuvo de ningún libro, sino de sus experiencias diarias y cotidianas.

Por ejemplo, en un mundo de chicos, ella ya empezó a evidenciar dotes de liderazgo. De algún modo, ejercía de portavoz del grupo ante el cuadro de profesores ante cualquier reivindicación que plantear. “Puedo decir que esa etapa de mi vida fue muy productiva. Y aunque entonces no lo veía así, con la perspectiva del tiempo sí puedo decir ahora que fue una etapa feliz para mí”, confiesa.

A todo ello, la empresa que su padre había fundado en 1961 había ido haciéndose un nombre y abriendo un abanico importante de empleos en el sector náutico. Él había abierto la veda. Con la puesta en marcha del Club de Mar, en 1972, Dahlberg montó en sus dependencias varios talleres de reparación y mantenimiento de embarcaciones. Llegó a contar con 30 trabajadores autónomos.

Pero pasados unos años, y tras un desencuentro, Djell Dahlberg decidió por volver a trabajar en su propio taller, sin quizás tanta presión más a su manera. El taller en cuestión estaba en la calle Nicolás de Pax, en el centro de Palma.

Y ahí se incorporó Margarita, en 1980, tras haber pasado medio año formándose en Inglaterra, en la fábrica de la prestigiosa firma B&G, que la dotó de conocimientos técnicos muy avanzados y que a ella, ni que decir tiene, le vendrían muy bien. Obtuvo, además, el certificado de Servicio Técnico Oficial de la compañía. Fue la primera mujer en obtenerlo.

En 1984, con la incorporación de la hermana menor a la empresa, ésta se constituyó en Sociedad Anónima, en el mismo momento en que se dividió en dos grandes áreas: por un lado, Margarita se ocuparía de la parte electrónica, mientras que Rosa haría lo propio con el área de saneamiento. También ese año, el marido de Margarita se sumó al departamento técnico de la empresa.

“Mi padre no esperó a ser muy mayor para hacer el traspaso de poderes – relata Margarita Dahlberg – sino que lo fue haciendo efectivo poco a poco, para culminarlo en 1989. Dicho esto, cabe reseñar que él estuvo viniendo a la empresa cada día, hasta pocos meses antes de fallecimiento en 2015”.

Un punto de inflexión importante en el devenir de Dahlberg fue la obtención, en 2003, de la ISO 9001 para todos los departamentos de la misma. “Fuimos de las primeras empresas de nuestro nivel en obtenerla, ello nos permitió estandarizar los protocolos de trabajo y ganar en eficiencia. Aún hoy trabajamos de acuerdo con los estándares fijados en aquel momento”.

No menos importante fue el cambio de sede de la empresa. Se produjo en 2006, y significó mudarse al Polígono de Son Rossinyol. Fue en un momento en el que las expectativas eran inmejorables, la empresa tenía 17 trabajadores contratados, y suministraba a la práctica totalidad de los astilleros.

de España. De hecho, el 70 por ciento de facturación de la empresa procedía de la Península, y el 31 por ciento de Mallorca.

Pero la crisis lo truncó todo… “A nosotros nos llegó en 2006. Fue muy curioso. Teníamos toda la cartera de pedidos de los astilleros a pleno funcionamiento. En julio, les suministramos esos pedidos con toda normalidad. En agosto, cerraban por vacaciones, y en septiembre, cuando retomaron la actividad, nos cancelaron todos los pedidos para el resto del año”, rememora Margarita.

Dahlberg se encontró con una nave recién adquirida y el almacén absolutamente lleno. Fueron momentos duros, de noches de insomnio y de lágrimas. Las entidades financieras habían bloqueado el crédito y la solución a la situación era de todo menos fácil. “Nunca pensé en cerrar la empresa, pero sí que hubo momentos en que pensaba que no podríamos hacer frente a todas las deudas contraídas”, admite.

A grandes males, grandes remedios, dice el refrán. En Dalhberg, hubo que mover ficha para salir adelante. “Las decisiones que tuvimos que tomar, que fueron muy duras en su momento, fueron también acertadas porque nos han permitido seguir adelante con el mismo nivel de calidad de siempre. Ahora parece que se está activando la línea de saneamiento, lo cual indica que las cosas van a mejor”.

Hubo que reestructurar la empresa, rebajar salarios y redefinir la estrategia para dar salida a esa dura situación. “En el ámbito de la electrónica, no pudimos trabajar a escala nacional como era nuestro deseo, puesto que la firma B&G había sido absorbida por una multinacional como consecuencia de la globalización. Entonces, tuvimos que potenciar la empresa como un centro muy potente de reparación”.

Y de todo, también de los malos momentos o de los más duros, se pueden extraer conclusiones importantes para el futuro. “Ahora todo está mucho más medido, mucho más analizado; en estos años hemos aprovechado para formarnos, sobre todo en cuestiones tecnológicas. Siempre hemos tenido claro que nunca nada será como antes, pero tampoco la crisis puede durar eternamente, y queríamos prepararnos para estar en primera línea cuando llegara el momento”.

A propósito del trabajo en el seno de una empresa, y de la relación entre empresarios y empleados Margarita Dahlberg hace una lectura muy clara. “Entiendo que la empresa es un equipo. No hay empresarios sin trabajadores, y no hay trabajadores sin empresario. Leí recientemente una frase que suscribo: No te preocupes de cuidar a tus clientes, cuida a tus trabajadores, que ellos se encargarán de cuidar a tus clientes”.

Por otra parte, Margarita Dahlberg comenta que “ser empresario no es para nada fácil. Muchos pequeños empresarios tenemos nuestro patrimonio y el de nuestros padres hipotecado y como aval de la empresa. Como todo se vaya al garete, nos quedamos todos en la calle. Muchas veces eso se olvida, y no debe hacerse”.

Pensando en la llegada de la tercera generación a la empresa que fundó su padre, Dahlberg afirma: “Yo tengo dos niñas y mi hermana, un niño y una niña. La idea es que a medida que puedan se vayan incorporando a la empresa para, llegado el momento, pasarles el relevo al frente de la misma. De momento, trabajando en la distancia (y eso es el futuro) mis hijas ya nos están ayudando”.

A día de hoy, con Margarita y Rosa al frente, la empresa Dahlberg vende, repara y hace el mantenimiento de todas aquellas marcas a las que representa. A los clásicos departamentos de electrónica y saneamiento, añadieron en 2014 el de balsas. La tercera generación (a pesar de su juventud) ya apunta maneras, aunque de momento sea “trabajando desde la distancia”, para ir ganando peso en la compañía.

Inquieta y acostumbrada desde jovencita a liderar proyectos y grupos de personas, Margarita Dahlberg no se ha conformado con trabajar y batallar en su empresa, sino que además planteó en el seno del sector náutico la creación de una asociación que defendiera sus intereses. Así, preside desde 1984 la Asociación de Empresas Náuticas de Baleares (AENIB): “El empresario individual, en un momento determinado, se da cuenta de que no puede batallar porque hay demasiadas cosas a las que hacer frente por uno mismo. Tiene que asociarse e integrarse en un colectivo que defienda sus intereses”.

Gabriel L. Oliver Terrasa: “Tengo la responsabilidad de cuidar y no dejar tirados a nuestros 80 empleados”

Gabriel L. Oliver Terrasa (Palma, 1972), más conocido por Chicho, un apodo que le etiquetó su padre al que tanto aprecia, junto a su primo Ramón Oliver, son los pilotos de la transformación que vive una empresa que este 2017 cumple 100 años, Hijos Ramón Oliver Distribuciones SL.

La tercera generación de una empresa de pura raza familiar que fundó Ramón Oliver Ordinas en 1917. Un joven Ramón Oliver que necesitó de su hermano, Tomeu Oliver Ordinas, para constituir lo que hoy es una de las empresas más antiguas del Polígono Empresarial de Son Castelló, ya que aún era menor de edad. “En la cabeza de mi abuelo ya había grandes lecciones empresariales, autodidacta y emprendedor, empezó a vender harinas, comidas para animales, para sembrar, almendra, algarroba; y poco después azúcar y arroz”, explica Gabriel L. Oliver con cierta satisfacción.

Pero no sería hasta después de la Guerra Civil, fecha en la que Ramón Oliver Ordinas inició su andadura en solitario. El primer almacén alquilado estaba situado en la Espiga de Oro, en la Avenida Gabriel Alomar i Villalonga, y después compraron y montaron un almacén en la misma zona. Allí estuvieron desde los treinta hasta 1965. Luego se trasladaron a la calle Padre Vives hasta que, a finales de los sesenta, compraron un solar en Son Castelló de unos 4.500 metros cuadrados y construyeron un almacén de 2.500 metros cuadrados, que inauguraron en 1970 (el cual mi abuelo pudo ver construído antes de morir), que le permitió almacenar el cincuenta por ciento del azúcar que entraba en Mallorca al contar con un gran depósito. En los ochenta, construyeron la segunda nave de 1.500 metros cuadrados.

Según relata Chicho, los inicios fueron duros, los repartos se hacían mediante un carro tirado por un caballo o en carretillas a mano. Pero no fue hasta en 1968 cuando Bartolomé, Alfonso y Luis Oliver Barceló constituyen Hijos de Ramón Oliver, aunque ellos empezaron a trabajar ya años antes.

Para hacernos una idea de la dimensión del negocio del azúcar, Chicho Oliver explica que el depósito de Gremi de Porgadors, número 3, almacenaban alrededor de 2,5 millones de kg del azúcar que venía de Cuba. A finales de la década de los ochenta, adquirieron por diez millones de las antiguas pesetas, una empresa que envasaba azúcar en sobres, llamada El Cisne.

Sin embargo, Chicho se remonta también a años anteriores, la década de los cincuenta y sesenta, y admite que a pesar de los esfuerzos de la venta de la harina de fuerza que desembarcaban en el puerto de Palma directo desde Barcelona cuyos sacos venían sellados ROO, el arroz y el azúcar, la empresa vivió unos años de parón, ante el cierre masivo de botigas en los pueblos.

Fue entonces cuando la tercera generación, Ramón Oliver Oliver, Pere Antonio Oliver Palou y dos de los hermanos de Chicho, Carina y Ramón, comienzos de los años 2000, cogieron las riendas y empezaron una nueva singladura de un buque insignia que necesita abrir nuevas sendas de mercado. “Fueron mis primos lo que empezaron a apostar fuerte por el mundo de las pastelerías y las panaderías, no sólo vendiendo harina y azúcar sino también ingredientes como la levadura, chocolates, cabello de ángel…, pero no fue hasta 2006 cuando realmente nos dimos cuenta que había que entrar de lleno en el sector de hostería y restauración”.

Para Chicho Oliver, “teníamos lo más importante. Unas naves de envergadura, solvencia económica, que no todas las empresas podrían disponer, y marca. Había que iniciar un proceso de reinventarnos, con cierto vértigo y, confieso, muchas noches sin dormir apostamos por ver la crisis como una gran oportunidad”.

Nueva andadura

La primera adquisición que hicieron fue IL GROTTO, “un diamante en bruto, de producto italiano que nos permitió duplicar la facturación y nos plantamos en seis millones de euros”.

Pero aún “quisimos asumir un nuevo reto, quizás riesgo, y desembarcamos en Menorca, en 2010, con la compra de Distnura con un amplio catálogo de alimentación. Y en 2011, nos hicimos con el cincuenta por ciento de Slice Pizza y dicha empresa compro el 100 por ciento de La Casa Italiana; y llegamos a un acuerdo con Natura Dolç”.

Más de un banco, afirma Chicho Oliver, nos tildaban de “locos”. Corrían los años graves y de cierre de grifo de la crisis, 2012 y 2013. La crisis, en cambio, para nosotros supuso una oportunidad, y empezamos a crecer gracias a la compra de Il Grotto. Nos la jugamos, pero nos salió bien la partida”, explicó Chicho.

¿Nuestra mayor satisfacción? La especialización. Contar con cuatro unidades de negocio muy especializadas en sus sectores y con tener la gran responsabilidad no sólo sacar para adelante el negocio sino a las 80 familias que forman parte ya de nuestra estructura, resalta Oliver.

Chicho se compara a un corredor de fondo, con tres hijos en los que pensar, “mis dos pequeños y la empresa, que me imprime carácter e ilusión”. Para él, el secreto de una empresa familiar, es “ser muy profesionales y no perder nunca el respeto por el que tienes al lado, ya sea tu padre, tu hermano o tu primo”. Revela que conoce a todos sus trabajadores, “lo más importante es la fidelidad hacia ellos, nosotros tuvimos la suerte de no despedir a casi nadie”.

Aunque sus grandes aficiones son sencillas, cazar, pescar, amigos y familia, admite que se pasa todo el día dándole vueltas a la cabeza. Poco a poco y con el fruto del trabajo, “hemos ido ganándonos la confianza y fidelidad de nuestros clientes, especializándonos en la venta y distribución de productos de alimentación para hostelería y restauración, hasta consolidarnos como una de las empresas más importantes del sector, en las Baleares”. Y como dice nuestro slogan, 100 años no son nada. Seguimos adelante, mirando a un futuro “cada vez más globalizado en el que queremos especializarnos y ser fuertes en éstas, nuestras Islas”.

Jordi Castanyer: “No había domingos, festivos o vacaciones que valieran cuando el trabajo obligaba…”

A la pregunta sobre el porqué de la mala imagen de los empresarios en nuestros días, que inicia la entrevista, lo primero que hace Jordi Castanyer (Sóller, 1942) para responderla es mostrar abiertamente sus manos, cuya piel aparece arrancada por productos químicos con los que ha trabajado desde su adolescencia. “Esto ya no tiene remedio. Quiero decir con ello que el mundo empresarial nunca es fácil, y menos en una pequeña empresa familiar como la nuestra”, razona.

Castanyer no se formó en la misma medida que sus dos hermanos, pero sí que estudió contabilidad e idiomas… “Los idiomas han sido muy importantes en mi vida. De hecho, mi esposa holandesa…”, dice pícaramente. Recuerda igualmente haber aprendido a escribir en redondilla y con tinta china.

El caso es que, una vez acabado el Bachillerato, con 16 ó 17 años, ya se incorporó a la empresa familiar. Una empresa que empezó con sus padres, Tomeu y Margalida, él mismo y Joanet, el primer empleado de la casa. Cabe apuntar que un sobrino de Joanet le tomó el relevo, y hoy trabaja como chófer en Depur-clor.

El padre de Jordi Castanyer, Tomeu, era técnico electrolítico, y eso marcaría el futuro del primogénito de la familia. Sus dos hermanos se dedicaron a estudiar, mientras que él, en un acto de responsabilidad, prefirió estar al lado del progenitor. “Mi padre sólo no hubiera podido con todo”, relata.

Las dificultades no faltaron. Había que acceder a la financiación externa, y ésta estaba por las nubes. “En los años sesenta, efectivamente, los créditos bancarios estaban por encima del 14 por ciento, lo que es tanto como usura’.

Tomeu Castanyer había montado una empresa electrolítica en Sa Pobla y, de hecho, los inicios de Depur-clor estaban encaminados a seguir en ese ámbito profesional, pero el boom turístico propició un encarecimiento de la sal, de la electricidad y del transporte de mercancías, lo cual hizo virar la estrategia de los Castanyer hacia otra especialización: la cloruración con gas. Se abastecían de 1.000 kilos de gas para la obtención de 25.000 o 50.000 litros de lejía.

Formado en Bélgica, el padre de Jordi Castanyer tenía una visión preclara para los negocios. Montó la jabonería La Roqueta, la primera de Mallorca y de las primeras de España. Después, vendría la marca de lejía El Parado, aún hoy en el mercado. Los Castanyer, en la misma línea, fueron pioneros en la Isla en poner la lejía en envases de plástico.

Fue en 1966 cuando la empresa Depur-clor de los Castanyer se trasladó a lo que hoy es Son Castelló. Al ser una industria peligrosa, con tratamiento de productos químicos, era conveniente y recomendable salir del centro de la ciudad y ubicarse en el incipiente polígono.

La Administración les hizo saber que estarían exentos del pago del impuesto de erradicación, pero “cuál fue nuestra sorpresa cuando nos llegó un equipo del Ayuntamiento para cobrar con efectos retroactivos por aquel mimo concepto. Le dije al inspector que iba a pagar, pero que me sentía robado y estafado”. Jordi Castanyer también recuerda que se les quería hacer pagar por la entrada y salida de carruajes, aunque finalmente no se llevó a la práctica ese gravamen.

Asimismo y posteriormente, en Depur-clor fabricarían detergente especiales para lavar las botellas de leche. Trabajaron para la Asociación General Agraria Mallorquina (AGAMA) y para la marca catalana Letona. En todo caso, el principal cliente de la empresa eran los hoteles de Mallorca para la depuración de sus piscinas, sin olvidar los encargos particulares.

En un primer momento, la vivienda familiar de los Castanyer estaba en el primer piso del edificio que albergaba la empresa. “Eso hacía que siempre estuvieras localizado y que no pudieras dejar de atender cualquier demanda de los clientes independientemente del momento en que ésta se produjera. En una empresa familiar como la nuestra había que hacer muchos esfuerzos, ha habido que luchar mucho siempre. No había sábados, domingos, festivos o vacaciones que valieran cuando el trabajo obligaba…”.

Trabajando arduamente y codo con codo junto a su progenitor, Jordi aprendió muchas cosas de él. “Uno de los consejos que me dio mi padre fue no engañar nunca al cliente, brindarle la máxima calidad y seriedad y todo nuestro asesoramiento y, sobre todo, darle las gracias por confiar en nosotros. Eso es algo de lo que adolecen hoy en día muchas empresas, sobre todo pequeños comercios”, se lamenta. En cualquier caso, recuerda Jordi hacer el reparto de productos en una moto y un remolque.

Cuando se le inquiere por número de empleados de la empresa den la actualidad, responde con un “no lo sé con exactitud, porque yo ya no pago nóminas”. Dicho esto, hace recuento y da la cifra: diez trabajadores, entre los cuales incluye a su hijo Jordi, quien, con 43 años, es el administrador de la empresa.

“Llega un momento – comenta Castanyer – que debes dejar que sean los jóvenes los que tengan sus fallos y sus glorias. Es la manera de aprender”. Se lo nota en el rictus de su rostro el orgullo por haber vinculado a la tercera generación de los Castanyer con el negocio.

“Hoy, las empresas del ramo poco o nada tenemos que ver con lo que fuimos antaño, en el sentido de que básicamente somos envasadores; de lo que es producción propia, poca cosa”. En todo caso, sí existe, en su opinión, un denominador común entre el pasado y el presente, y es el hecho de centrar la mayor porte de su trabajo en los meses de temporada alta. “Así, no cabe duda de la importancia de la meteorología en nuestro negocio. Si tenemos mucha lluvia en verano, nos resentiremos de un modo inequívoco”.

En un momento de la conversación, Castanyer rescata un ejemplar del libro ASIMA, la historia de un sueño (1964 – 2014) para mostrar una fotografía de un mapa de los terrenos que, con los años, se convertirían en lo que es hoy el Polígono de Son Castelló “Hacia los 1966 o 1967, el Polígono todavía no estaba urbanizado, no había calles, sólo cuatro estacas de madera, pero nosotros ya estábamos aquí. En esta calle (Gremio Zapateros), estábamos un herrero, el señor Llinás, y junto a nosotros otra finca en la que se producían almendras y había vacas”.

Jordi Castanyer recuerda la inauguración de Son Castelló por parte del ministro Solís, en 1967, y “la arenga que nos soltó a todos los presentes. Aquello no nos gustó nada a algunos y, de hecho, ni yo ni mi padre fuimos a la comida posterior”. Sí tiene, en cambio, buenas palabras y buenos recuerdos de los principales impulsores del Polígono: Ramón Esteban, Damián Barceló o Jeroni Albertí, entre otros. “Ellos se quemaron las cejas para conseguir los permisos pertinentes de Madrid par convertir aquel proyecto en una realidad. Era un proyecto magnífico sobre la mesa, pero tenía que materializarse, y no todo el mundo lo creía factible”, reconoce.

“De hecho – añade – ASIMA es un caso excepcional porque ses el resultado de la única unión de los empresarios mallorquines. El problema que tenemos en esta tierra es que cada uno funciona como una república independiente”.

De ASIMA, Jordi Castanyer guarda un recuerdo muy entrañable hacia la figura de la que fue secretaria de la casa, Josefina Bustos. “Siempre se acordaba de los nombres de todos nosotros y sabía encontrar solución a todo. Era un encanto”.

Hombre dinámico y deportista, Castanyer compartió su afición por el remo en el Real Club Náutico de Palma con el también empresario de Son Castelló, Alberto Llodrá. “Cuando había reuniones de ASIMA, todo el mundo estaba callado, como compungido, excepto él y yo, que no dudábamos en preguntar todo aquello que queríamos saber”.

Haciendo análisis de los empresarios de Mallorca, Jordi Castanyer asevera: “Somos fenicios, muy comerciantes. Y eso tiene sus puntos buenos y sus puntos malos, como casi todo en esta vida. El hecho es que de cada diez mallorquines que se van al extranjero, nueve triunfarán con toda probabilidad, mientras que de cada diez peninsulares que hacen lo mismo, sólo triunfará uno”.

Finalmente, con un análisis claro de lo que debería ser la política, Jordi Castanyer asume que ése nunca podría haber sido su mundo porque “para mí, lo blanco es blanco y lo negro es negro, y en la política priman los grises”.

ASIMA e ibeconomía.com colaboran con el fin de difundir “Empresarios con Valor”

ASIMA e ibeconomía.com han decidido colaborar con el fin de difundir las 27 experiencias personales de empresarios de los Polígonos de Son Castelló y Can Valero, recogidas en el libro “Empresarios con Valor”.

Este libro, presentado por la Asociación de Industriales de Mallorca el pasado mes de febrero, es un increíble ejemplo del entramado empresarial de  Mallorca de las últimas décadas. Prologado por Francisco Martorell, presidente de ASIMA, José Luis Acea, consejero delegado de Banca March, y José Luis Bonet, presidente de la Cámara de Comercio de España y del Grupo Freixenet, en sus páginas se pueden “leer una veintena de experiencias, vivencias, triunfos y fracasos, aciertos y errores de empresarios que un día decidieron iniciar una aventura empresarial”, señala el mismo Francisco Martorell.

Por este motivo, dado su indudable valor de testimonio de la figura del empresario balear, ibeconomía.com va a difundir las entrevistas de “Empresarios con Valor” en su diario, tanto en su versión en español como en la edición inglesa de ibeconomy.eu y la alemana de ibewirtschaft.com.

ASIMA pone en valor la figura del empresario

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“Hoy todos somos empresarios”. Este fue el sentir que se respiró en el Antiguo Parque de Bomberos de Son Castelló, propiedad de ASIMA, durante la presentación del libro “EMPRESARIOS CON VALOR: 27 experiencias personales de empresarios de los Polígonos de Son Castelló y Can Valero”.

El presidente de ASIMA, Francisco Martorell Esteban, abrió un acto con la mirada puesta en realzar la figura del empresario, en descubrir y destapar las fortalezas que se esconden detrás de esa persona, “con empuje, con empeño, con responsabilidad, con disponibilidad para el cambio, quizás hasta de un punto de locura de querer conseguir un sueño”.

ASIMA quiso construir hoy nuevos tiempos y sumar voluntades a favor de la figura del empresario congregando a todas las instituciones políticas, económicas y sociales de Baleares, que en opinión de su presidente, Francisco Martorell Esteban, “tiene una imagen pública que no merece estar tan denostada, no sólo en nuestra Comunidad, sino en el territorio español y en muchos países europeos”.

“Es importante que esta tarde estén aquí representantes de todas las instituciones políticas, económicas, sindicales y sociales porque todos hoy estamos con el empresario”, Martorell Esteban.

El máximo representante de ASIMA agradeció a los 27 protagonistas del libro, grandes, pequeños y medianos como Raimundo Beascoechea, Miguel Bordoy, Jordi Castanyer, Coloma Coll, Margarita Dalhberg, Gabriel Escarrer, Antonio Fontanet, Francisco Jiménez, Mariano Juan, Alfonso Jurado, Melchor Mascaró, Jesús Nieto, Amparo Oliva, Pedro José Pedrosa, Juan Carlos Ramón, Jaime Roselló, Juan  Carlos Rosselló, Vicente Rotger, Toni  Rullán, Isaac Sánchez, Gabriel Sampol, Damián Sbert, Juan Manuel Serra, Alejandro Sillero, Joaquín Tejado, Carlos Vert y Francisco Vidal, sus aportaciones y sus experiencias a un documento que tiene que servir “para fomentar entre los jóvenes los valores de ser empresario, a alzar la voz; y entre todos remar para revalorizar una figura que es la palanca de cambio de una sociedad, generador de empleo y bienestar social, que redunda en la buena marcha de una economía, de su comunidad y sociedad”.

A continuación, al consejero delegado de la Banca March, José Luis Aceda, quien ensalzó los lazos de unión entre la entidad bancaria y la empresa y los empresarios mallorquines. “Son ya 90 años de camino conjunto, apoyando al empresariado en los momentos más difíciles, sorteando todo tipo de dificultades y compartiendo, cómo no, muchas alegrías: el éxito de las empresas mallorquinas también ha sido nuestro éxito. Se hace difícil pensar en Banca March sin Mallorca o en Mallorca sin Banca March”. En este sentido, echó mano de diferentes estudios que afirman que las empresas familiares representan más del 90% de las empresas en Baleares y aportan más del 80% del valor añadido generado por las sociedades mercantiles. En términos de empleo, representan cerca del 80% del empleo asalariado en la región. Estos datos ratifican de manera contundente la importancia de la empresa familiar en Baleares.

Por su parte, la presidenta de la CAEB, Carmen Planas, felicitó a ASIMA por la edición de este libro, señalando que “este es el camino a seguir en nuestro reto común de prestigiar a los empresarios, imprescindibles para crear empleo y bienestar ciudadano y necesarios para el progreso colectivo de nuestra sociedad”.

Y el broche oro del acto lo puso el presidente de la Cámara de Comercio de España y del Grupo Freixenet, José Luis Bonet, autor del prólogo, quien afirmó que “las páginas de este libro son un reflejo de los últimos 60 años de la historia de España. Por ser más preciso, de la historia de éxito que es la España actual gracias al esfuerzo extraordinario de sus empresarios”.

“En cada una de estas 27 historias identifico rasgos de mi manera de entender la actividad empresarial. El nexo común es el orgullo de ser empresarios, de nuestro papel clave como creadores de riqueza, empleo y bienestar para el conjunto de la sociedad”, explicó José Bonet quien tuvo palabras de agradecimiento al talento, trabajo y tenacidad, de propietarios de pequeñas o medianas compañías, empresas familiares en muchos casos; que viven volcados hacia ellas y no saben lo que son las fiestas o los fines de semana; que comprometen su patrimonio para sacar adelante el negocio, y que consideran a sus trabajadores como un equipo, como una familia.

Estos son los empresarios españoles. Nada que ver con la caricatura del explotador con puro y chistera”.

Ante este panorama, el máximo representante de la Cámara de Comercio de España apeló a que los empresarios actúen y levanten la cabeza y hagan que se oiga su voz. “Debemos hablar alto y claro y explicar ante la sociedad cuál es nuestro papel y nuestra función y cuál es nuestra posición sobre todos aquellos temas que nos afecten. Solo colaborando entre las empresas, si arrimamos todos el hombro y caminamos juntos en la misma dirección, llegaremos tan lejos como nos propongamos”.

 

PERLAS DE LOS PROTAGONISTAS

Raimundo Beascoechea: “El pequeño y mediano empresario ha sacado sus ahorros para no cerrar la empresa y mantener los puestos de trabajo”

Miguel Bordoy: “La sociedad no es consciente del papel de los empresarios. Si no los hubiera, no habría trabajo ni bienestar”.

Jordi Castanyer: “No hay sábado, domingos, festivos o vacaciones que valieran cuando el trabajo obligaba”

Coloma Coll: “En esta empresa lo más importante es la palabra dada, es algo que hemos mantenido a lo largo de todos los años”

Margarita Dahlberg: “No hay empresarios sin trabajadores, ni trabajadores sin empresarios. Una empresa es un equipo”

Gabriel Escarrer: “Los empresarios son claves para que podamos tener una sociedad próspera”

Antonio Fontanet: “Jamás pensé en arrojar la toalla, yo solo no hubiera llegado hasta aquí, ha sido gracias a los trabajadores”

Francisco Jiménez: “Un negocio para un empresario es su vida, forma parte de uno”

Mariano Juan: “Yo he nacido para ser comercial. No me quiero morir en una butaca o en el sofá”

Alfonso Nigorra: “La apertura de Nissan-Nigorra Baleres fue un impulso más sentimental que empresarial, un homenaje a mi madre”

Melchor Mascaró: “He trabajado mucho cada día durante las horas que hiciera falta, excepto los domingos”

Jesus E. Nieto: “La constancia y la voluntad para emprender a diario son los elementos que te ayudan a tener éxito empresarial”

Amparo Oliva: “Los empresarios hemos sido el sostén de la crisis y creo que no se nos valora lo suficiente”

Pedro José Pedrosa: “Si he tenido éxito es porque he trabajo mucho, no he engañado a nadie y no he dejado de pagar ninguna deuda”

Juan Carlos Ramón: “Detrás del empresario, hay una responsabilidad social. En nuestra empresa, hay 106 familias a las que no podemos dejar en la estacada”

Jaime Roselló: “El empresario es el que mueve el país, el que produce la riqueza. No es un dios, pero tampoco es un demonio”

Juan Carlos Rosselló: “Me siento responsable de la gente que trabaja aquí, puedes ser el dueño, pero eso no te da derecho a hacer lo que quieras dentro de la empresa”

Vicente Rotger: “Soy un firme defensor de la empresa familiar, incorpora muchos valores que debemos mantener”

Toni Rullán: “Considero que empresarios y trabajadores se necesitan mutuamente. Los unos sin los otros no irían a ninguna parte”

Isaac Sánchez: “Alguien me dijo que tenía un mal panorama por delante. Contesté que ellos serían el elefante y yo una pulguita que se alimentaría con los restos que dejara el elefante”

Gabriel Sampol: “Estamos donde estamos por nuestra dedicación absoluta al trabajo”

Damián Sbert: “Con motivación y dedicación, los sacrificios del empresario se hacen muy llevadero”

Juan Manuel Serra: “Tomar decisiones acertadas es importantísimo, en la empresa y en cualquier ámbito de la vida”

Alejandro Sillero: “Te tiene que gustar lo que haces y ponerle toda la pasión del mundo”

Joaquín Tejada: “El empresario es una persona que está hecha de otra pasta, es un luchador y más trabajador que nadie”

Carlos Vert: “Tengo claro que soy empresario náutico gracias a mi padre. Sin empresarios, un país no va a ningún sitio”

Francisco Vidal: “Hay que tener muchas ganas de trabajar y rodearte de gente que te ayude a crecer”

 

ASIMA presenta el libro “EMPRESARIOS CON VALOR”

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El presidente de la Asociación de Industriales de Mallorca (ASIMA), Francisco Martorell Esteban; presentará el próximo jueves, día 9 de febrero a las 18 horas, el libro “EMPRESARIOS CON VALOR: 27 experiencias personales de empresarios de los Polígonos de Son Castelló y Can Valero”.

Durante el acto también impartirá una conferencia el presidente de la Cámara de Comercio de España y del Grupo Freixenet, José Luis Bonet Ferrer, autor del prólogo del libro donde pondrá de relieve la figura del empresario como “clave del éxito de España gracias al esfuerzo extraordinario de sus empresarios”.

Al acto tienen previsto asistir también el consejero delegado de Banca, José Luis Acea Rodríguez; entidad patrocinadora del libro; la presidenta de la CAEB, Carmen Planas; el alcalde de Palma, José Hila; el presidente del Consell de Mallorca, Miguel Ensenyat; la delegada del Gobierno, María Salom; el conseller de Trabajo, Iago Negueruela; el Rector de la UIB, Llorenç Huguet; el presidente de la Cámara de Comercio de Mallorca, José Luis Roses; los secretarios generales de CCOO y UGT en Baleares, José Luis García y Alejandro Texías, entre otros, en la lista de confirmados.

Asimismo, se emitirá un cortometraje “El corredor”, dirigido por José Luis Montesinos y ganador del Goya al mejor cortometraje de ficción en 2016. “El Corredor” explica el encuentro fortuito entre un empresario que lo ha perdido todo y uno de sus antiguos trabajadores, a quién despidió cinco años antes. Se trata de una metáfora del mundo laboral en tiempos de crisis y un reflejo de la realidad social que estamos viviendo.

También, acudirán a la cita, otras personalidades del mundo de la economía-sociedad, empresarios asociados a ASIMA y los protagonistas del libro: Raimundo Beascoechea, Miguel Bordoy, Jordi Castanyer, Coloma Coll, Margarita Dahlberg, Gabriel Escarrer, Antonio Fontanet, Francisco Jiménez, Mariano Juan, Alfonso Jurado, Melchor Mascaró, Jesús Nieto, Amparo Oliva, Pedro José Pedrosa, Juan Carlos Ramón, Jaime Roselló, Juan Carlos Rosselló, Vicente Rotger, Toni Rullán, Isaac Sánchez, Gabriel Sampol, Damián Sbert, Juan Manuel Serra, Alejandro Sillero, Joaquín Tejado, Carlos Vert y Francisco Vidal.

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