Gabriel L. Oliver Terrasa (Palma, 1972), más conocido por Chicho, un apodo que le etiquetó su padre al que tanto aprecia, junto a su primo Ramón Oliver, son los pilotos de la transformación que vive una empresa que este 2017 cumple 100 años, Hijos Ramón Oliver Distribuciones SL.
La tercera generación de una empresa de pura raza familiar que fundó Ramón Oliver Ordinas en 1917. Un joven Ramón Oliver que necesitó de su hermano, Tomeu Oliver Ordinas, para constituir lo que hoy es una de las empresas más antiguas del Polígono Empresarial de Son Castelló, ya que aún era menor de edad. “En la cabeza de mi abuelo ya había grandes lecciones empresariales, autodidacta y emprendedor, empezó a vender harinas, comidas para animales, para sembrar, almendra, algarroba; y poco después azúcar y arroz”, explica Gabriel L. Oliver con cierta satisfacción.
Pero no sería hasta después de la Guerra Civil, fecha en la que Ramón Oliver Ordinas inició su andadura en solitario. El primer almacén alquilado estaba situado en la Espiga de Oro, en la Avenida Gabriel Alomar i Villalonga, y después compraron y montaron un almacén en la misma zona. Allí estuvieron desde los treinta hasta 1965. Luego se trasladaron a la calle Padre Vives hasta que, a finales de los sesenta, compraron un solar en Son Castelló de unos 4.500 metros cuadrados y construyeron un almacén de 2.500 metros cuadrados, que inauguraron en 1970 (el cual mi abuelo pudo ver construído antes de morir), que le permitió almacenar el cincuenta por ciento del azúcar que entraba en Mallorca al contar con un gran depósito. En los ochenta, construyeron la segunda nave de 1.500 metros cuadrados.
Según relata Chicho, los inicios fueron duros, los repartos se hacían mediante un carro tirado por un caballo o en carretillas a mano. Pero no fue hasta en 1968 cuando Bartolomé, Alfonso y Luis Oliver Barceló constituyen Hijos de Ramón Oliver, aunque ellos empezaron a trabajar ya años antes.
Para hacernos una idea de la dimensión del negocio del azúcar, Chicho Oliver explica que el depósito de Gremi de Porgadors, número 3, almacenaban alrededor de 2,5 millones de kg del azúcar que venía de Cuba. A finales de la década de los ochenta, adquirieron por diez millones de las antiguas pesetas, una empresa que envasaba azúcar en sobres, llamada El Cisne.
Sin embargo, Chicho se remonta también a años anteriores, la década de los cincuenta y sesenta, y admite que a pesar de los esfuerzos de la venta de la harina de fuerza que desembarcaban en el puerto de Palma directo desde Barcelona cuyos sacos venían sellados ROO, el arroz y el azúcar, la empresa vivió unos años de parón, ante el cierre masivo de botigas en los pueblos.
Fue entonces cuando la tercera generación, Ramón Oliver Oliver, Pere Antonio Oliver Palou y dos de los hermanos de Chicho, Carina y Ramón, comienzos de los años 2000, cogieron las riendas y empezaron una nueva singladura de un buque insignia que necesita abrir nuevas sendas de mercado. “Fueron mis primos lo que empezaron a apostar fuerte por el mundo de las pastelerías y las panaderías, no sólo vendiendo harina y azúcar sino también ingredientes como la levadura, chocolates, cabello de ángel…, pero no fue hasta 2006 cuando realmente nos dimos cuenta que había que entrar de lleno en el sector de hostería y restauración”.
Para Chicho Oliver, “teníamos lo más importante. Unas naves de envergadura, solvencia económica, que no todas las empresas podrían disponer, y marca. Había que iniciar un proceso de reinventarnos, con cierto vértigo y, confieso, muchas noches sin dormir apostamos por ver la crisis como una gran oportunidad”.
Nueva andadura
La primera adquisición que hicieron fue IL GROTTO, “un diamante en bruto, de producto italiano que nos permitió duplicar la facturación y nos plantamos en seis millones de euros”.
Pero aún “quisimos asumir un nuevo reto, quizás riesgo, y desembarcamos en Menorca, en 2010, con la compra de Distnura con un amplio catálogo de alimentación. Y en 2011, nos hicimos con el cincuenta por ciento de Slice Pizza y dicha empresa compro el 100 por ciento de La Casa Italiana; y llegamos a un acuerdo con Natura Dolç”.
Más de un banco, afirma Chicho Oliver, nos tildaban de “locos”. Corrían los años graves y de cierre de grifo de la crisis, 2012 y 2013. La crisis, en cambio, para nosotros supuso una oportunidad, y empezamos a crecer gracias a la compra de Il Grotto. Nos la jugamos, pero nos salió bien la partida”, explicó Chicho.
¿Nuestra mayor satisfacción? La especialización. Contar con cuatro unidades de negocio muy especializadas en sus sectores y con tener la gran responsabilidad no sólo sacar para adelante el negocio sino a las 80 familias que forman parte ya de nuestra estructura, resalta Oliver.
Chicho se compara a un corredor de fondo, con tres hijos en los que pensar, “mis dos pequeños y la empresa, que me imprime carácter e ilusión”. Para él, el secreto de una empresa familiar, es “ser muy profesionales y no perder nunca el respeto por el que tienes al lado, ya sea tu padre, tu hermano o tu primo”. Revela que conoce a todos sus trabajadores, “lo más importante es la fidelidad hacia ellos, nosotros tuvimos la suerte de no despedir a casi nadie”.
Aunque sus grandes aficiones son sencillas, cazar, pescar, amigos y familia, admite que se pasa todo el día dándole vueltas a la cabeza. Poco a poco y con el fruto del trabajo, “hemos ido ganándonos la confianza y fidelidad de nuestros clientes, especializándonos en la venta y distribución de productos de alimentación para hostelería y restauración, hasta consolidarnos como una de las empresas más importantes del sector, en las Baleares”. Y como dice nuestro slogan, 100 años no son nada. Seguimos adelante, mirando a un futuro “cada vez más globalizado en el que queremos especializarnos y ser fuertes en éstas, nuestras Islas”.